A menos que el ancla sea echada en el mar, de nada sirve.
De la misma manera, tenemos que utilizar como fuente de estabilidad la
esperanza que Dios ha provisto. Cuando nos enfocamos en nuestros problemas, somos sacudidos sin un fundamento
firme. Pero si nos concentramos en el carácter y en las promesas de Dios, recordaremos que Él
siempre obra en cada situación para nuestro bien. (Ch. Stanley)
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