miércoles, 23 de abril de 2014

CUANDO ESTES EN PROBLEMAS… ¡ORA! (Por Jim Cymbala)

¿Alguna vez has notado que Jesús hizo el lanzamiento de la iglesia cristiana, no mientras alguien predicaba, sino mientras la gente oraba? En los primeros dos capítulos de Hechos, los discípulos sólo estaban esperando en Dios. Mientras estaban allí sentados...adorando, teniendo comunión con Dios, permitiendo que Dios los moldeara y limpiara sus espíritus y que hiciera esas operaciones del corazón que sólo el Espíritu Santo puede hacer...nació la iglesia. El Espíritu Santo fue derramado.

¿Qué dice eso acerca de nuestras iglesias de hoy, al haber dado Dios nacimiento a la iglesia en una reunión de oración siendo que en la actualidad las reuniones de oración casi se han extinguido?

¿Acaso soy yo el único que siente vergüenza cuando los líderes religiosos de los Estados Unidos hablan acerca de la oración en las escuelas públicas? ¡Ni siquiera tenemos tanta oración en muchas iglesias! Por una cuestión de humildad, uno pensaría que nos quedaríamos callados sobre ese particular hasta estar practicando lo que predicamos en nuestras propias congregaciones.

Estoy seguro de que los emperadores romanos no contaban con la oración en sus escuelas. Pero los primeros cristianos tampoco parecían interesarse por lo que hacían Calígula o Claudio o Nerón. ¿Cómo podría algún emperador detener a Dios? En efecto, ¿Cómo podrían los demonios del infierno avanzar cuando el pueblo de Dios oraba e invocaba su nombre? ¡Imposible!

En el Nuevo Testamento no vemos a Pedro o a Juan frotándose nerviosamente las manos y diciendo: "Oh, ¿qué haremos? Calígula es bisexual...y será su caballo de batalla en el Senado de Roma... ¡qué modelo terrible de liderazgo! ¿Cómo hemos de responder a este escándalo?"

No nos engañemos ni desviemos la atención de la vida de oración débil de nuestras propias iglesias. En Hechos 4, cuando los apóstoles fueron arrestados, encarcelados y amenazados injustamente, no llamaron a una protesta; no intentaron obtener alguna ventaja política. En lugar de eso, se dirigieron a una reunión de oración. En poco tiempo el lugar estaba vibrando con el poder del Espíritu Santo (Hechos 4:23-31).

Los apóstoles tenían el siguiente instinto: 
Al encontrarse en dificultades, orar. Al ser intimidado, orar. Al ser desafiado, orar. ¡Al ser perseguido, orar!

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Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson, y un orador frecuente en conferencias para pastores y líderes patrocinadas por World Challenge en todo el mundo. 


sábado, 19 de abril de 2014

Jesús pagó por Todo lo que has Hecho mal

“La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate para librarnos de la esclavitud. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona nuestras faltas.” Efesios 1:7 (PDT)
Han existido muchos maestros religiosos a través de la historia. Todos ellos han tenido cosas buenas que decir, pero lo que hace a Jesús diferente de cualquier otro maestro religioso a lo largo de la historia es el hecho de que murió y resucitó.
Eso es de suma importancia, porque no es la vida de Jesús la que te salva. No son las enseñanzas de Jesús las que te salvan. Es su muerte y resurrección las que abren las puertas para tu salvación.
La Biblia dice que todos hemos pecado. Todos hemos cometido errores. Ninguno de nosotros es perfecto. ¡Eso es bastante obvio! Yo no mido la altura de mis propias normas, mucho menos las de Dios. Todos hemos pecado.
La Biblia también dice que la justicia exige el castigo. Si cometes el crimen, pagas el tiempo. Si rompes las leyes de Dios, pagas el castigo de Dios y, de acuerdo a la Biblia,"Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor." (Romanos 6:23 NTV) .
En otras palabras, alguien tiene que pagar por todas las cosas que has hecho mal en la vida. Y aquí es donde Dios dice: "¡Yo lo haré!” Jesucristo es enviado a la Tierra - Dios en forma humana - y Él dice, en efecto: "Voy a pagar por tus pecados."
Aquí está la buena noticia: Todo lo que siempre has hecho mal, todo lo que alguna vez vayas a hacer mal, las cosas que ni siquiera has pensado todavía - todos esos pecados ya han sido pagados por Jesucristo al morir en la cruz: "La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate para librarnos de la esclavitud. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona nuestras faltas, y nos mostró abundantemente su bondad." (Efesios 1: 7 PDT).
Cuando Jesús murió en la cruz por ti, mostró dos cosas:
  1. Se demostró lo mucho que cuesta el perdón. El precio más alto que puede pagar por cualquier cosa es dar tu vida por ella. Y eso es lo que hizo Jesús. La gracia es gratuita, pero no es barata.
  2. Esto demuestra lo mucho que Dios te valora. Muestra cuánto le importas a Dios. Jesús murió por ti en la cruz.
¿Cuánto vales? Jesús dice, con los brazos extendidos en la cruz: "Estoy dispuesto a morir por ti, porque tu significas mucho más que esto para mí." Puedes pensar que eres despreciable debido a cosas que has hecho mal. Pero Jesús dice: "No. Eres valioso. Y estoy dispuesto a dar mi vida para pagar por tus pecados."

Reflexiona Sobre Esto
¿De qué maneras sigues tratando por ti mismo de pagar por tus pecados, aun cuando Jesús ya los ha cubierto con su muerte y resurrección?

(Rick Warren)


jueves, 17 de abril de 2014

Para pensar y dar gracias a Dios. ¡¡Él es bueno!!

Una vez un pequeño niño encontró unas tijeras muy filosas y se puso a jugar y a correr con ellas. Cuando se las querián sacar el niño corría para escaparse y todos temían que se lastimara. En eso llego su hermana con una naranja enorme y jugosa y le dijo:
–Si me das las tijeras yo te doy la naranja-
Al instante el niño le dio las tijeras y se fue contento con su naranja.
Dios a veces actua de la misma manera con nosotros. Nos saca tijeras y nos da naranjas. Nos saca lo que puede lastimarnos o no será de bendición para nosotros y nos da algo mejor.
Un antiguo predicador decía: Dios nos saca madera y nos da bronce, nos saca bronce y nos da hierro, nos saca hierro y nos da plata, nos saca plata y nos da oro.
Cuando Dios te saca algo o te priva de algo, es porque tiene otra cosa mucho mejor para vos.

jueves, 10 de abril de 2014

¡Hoy es el Día para ser Salvo! (Rick Warren)

“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:43 (NTV)
Cuando el criminal crucificado al lado de Jesús le pidió que se acordara de él, Jesús respondió, Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”  Lucas 23:43 (NTV).
Con su respuesta, Jesús nos dio cuatro características de la salvación en las que podemos confiar y creer.
Primero, Él dijo “hoy”. Esto significa que la salvación es inmediata. En el momento en que pides a Jesucristo que te salve, está hecho. Cuando mueras, o bien irás directamente a la presencia de Dios o irás directamente a la separación de Dios.
Segundo, la salvación es cierta. Él dijo, “Hoy estarás.”
No dijo “puede ser,” no “yo espero.” No “Déjame pensarlo”. Cuando Dios dice “Tú estarás,” tú estarás. Cuando aceptas a Cristo, puedes estar seguro de tu salvación.
Tercero, la salvación es una relación. Él dijo, “Vas a estar conmigo”.
La Salvación no es una religión. No es reglas o regulaciones o rituales. La Salvación es una relación. Esta relación no inicia cuando estés en el Cielo; inicia aquí en la Tierra. Jesucristo quiere que seas su mejor amigo, quiere caminar contigo todo el tiempo. Dios  te hizo para que te relaciones con Él.
Cuarto, Jesús dijo, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. El Cielo es un lugar real, y es eterno.
Había dos criminales crucificados con Jesús, uno a cada lado. Jesús les dio la decisión de la salvación, y les dio la misma opción. Él no te va a forzar a que lo ames. Él no te va a forzar a que confíes en Él, y Él no te va a forzar a que aceptes el Cielo. Hay dos respuestas. Uno de los criminales rechazó a Jesús, y el otro giró a Él en fe. Tú puedes tomar la misma decisión.
Romanos 10:13 dice, “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (NTV). Si tú estás listo para invocar el nombre del Señor y conocer las verdades acerca de la salvación, entonces resuelve la cuestión de tu destino eterno de una vez por todas.
“En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé”  2 Corintios 6:2 (NVI)

Reflexiona Sobre Esto
  • ¿Cuál es la prueba en tu vida de que has asegurado tu salvación?
  • ¿Cómo debe la realidad sobre el Cielo y el infierno cambiar la manera de compartir el Evangelio con los demás?
  • Pídele a Dios que te guíe a una persona que está invocando el nombre del Señor para que le puedas ayudar a dirigir hacia la salvación o a ser un discípulo. ¿A quién te está trayendo Dios a la mente?

miércoles, 9 de abril de 2014

¿Cómo sé que soy Salvo? (Rick Warren)

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.” Efesios 2:8-9 (NVI)
En Lucas 23:42, uno de los malhechores crucificados junto a Jesús en la cruz oró: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” (NVI).
Date cuenta que él no le pidió a Jesús que le quitara su dolor, a pesar de que debió ser un dolor insoportable estar en la cruz. En ese momento, Jesús era famoso por hacer milagros, pero el hombre tampoco le pidió a Jesús que lo salvara de la muerte.
Él dijo: “Jesús,  acuérdate de mí.” ¿Por qué? Porque él sabía que su mayor necesidad era la salvación del pecado - no sólo la salvación para entrar al cielo. Él creía en Jesús.
La Biblia dice en Hechos 16:31: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos” (NVI).
Entonces, ¿cómo puedes estar seguro de que eres salvo? ¿Cómo sabes que irás al cielo cuando mueras? ¿Cómo puedes estar seguro? ¿Cómo puedes eliminar tu duda?
Tu seguridad de la salvación no es por tus obras, porque no puedes ganar su salvación. Tu seguridad de la salvación no es por tus sentimientos, porque los sentimientos van y vienen.
¿Cuál es tu seguridad de salvación? La promesa de la Palabra de Dios. Si Dios lo dice, eso es, porque Dios no puede mentir. Puedes confiar en la promesa de la Palabra de Dios. Puedes descansar en ella.
Jesús respondió al malhechor colgado en la cruz: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:43 (NVI). Tu seguridad de la salvación es la misma: la promesa de Dios que estarás en el cielo con Él un día, si crees en fe.

Reflexiona Sobre Esto
  • ¿Cómo sabes que puedes confiar en la Biblia y las promesas de Dios?
  • ¿Cuáles son las cosas que la gente trata de añadir a la salvación en lugar de aceptar la simple promesa de la Palabra de Dios?
  • ¿Cómo deberías vivir de manera diferente cuando tienes certeza de la salvación por medio de Cristo?

sábado, 5 de abril de 2014

Quiero aprender a ser más feliz (por Alejandra Stamateas)

Génesis 29:31: "Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril".

¿Te gustaría ser un poco más feliz? En la antigua Grecia la
gente pensaba que la felicidad dependía de la suerte. Al depender de algo
externo, la gente no podía decidir si iba o no iba a ser feliz. En la
actualidad se suele decir que cuando a alguien le va bien es porque tuvo suerte
o porque tuvo un "Dios aparte". En realidad eso es una gran mentira,
ya que recientes estudios han demostrado que la felicidad depende de cómo uno
maneja la mente y cómo responde a las circunstancias adversas que se presentan
en la vida. La felicidad, entonces, no es producto de algo externo ni del azar,
sino que depende esencialmente de tu actitud hacia la vida. Esto último
significa que podés ser más feliz de lo que sos actualmente.
A continuación voy a compartirte algunas cosas que se
descubrieron con respecto a la felicidad.

En primer lugar se considera que a lo largo de la vida la
felicidad recorre una curva en forma de U. Cuando comenzamos a trazar esta
letra empezamos por arriba, momento que representa la infancia. Allí parece que
todo es felicidad, pero a medida que va pasando el tiempo (el trazo es
descendente), el nivel de felicidad va decreciendo. Aproximadamente a los
cuarenta y cinco años el ser humano experimenta el menor grado de felicidad.
Luego, la curva vuelve a subir. En ese último tramo cuanto mayor sea la edad
más feliz será la persona, algo que es sin dudas una muy buena noticia. Se
estima que a los cincuenta años alcanzamos el punto máximo de felicidad, porque
a esa edad nos adaptamos completamente a nuestras fortalezas y debilidades. A
esa altura ya sabés lo que sos capaz de lograr y dejás de discutir o pelear por
aquello que no te traerá recompensa alguna. Al no tener esa sensación de años
anteriores en los que creías que te faltaba lograr algo, aprendés a disfrutar
más de la vida y todo se hace más sencillo.
Por otro lado, se descubrió que las personas con mayor
educación son más felices, porque al contar con mejores herramientas tienen
acceso a mejores trabajos y por ende, a mejores sueldos. Al gozar de un mejor
estilo de vida, la felicidad de dichas personas aumenta. Otro punto a tomar en
cuenta es que la felicidad no depende solo de lo que hacés, sino con quién lo
hacés. Esto significa que tus compañías son muy importantes a la hora de ser
feliz. Quizás hoy no experimentes una felicidad total justamente porque no
disfrutás de una buena compañía. Por ejemplo, no es lo mismo ver una puesta del
sol con tu suegra que hacerlo con tu pareja. Aunque la escena es la misma, la
compañía es diferente por lo que es muy probable que en el segundo caso todo te
parezca más lindo y tu felicidad sea mayor.
Otro factor que aumenta el nivel de felicidad son los retos.
Una persona que dice: "Quiero lograr ese ascenso", "quiero
viajar por el mundo", "quiero estudiar y graduarme" o
"quiero comprarme una casa", suele ser más feliz que aquellos que
viven una vida monótona sin mayores sobresaltos. Dichos retos no deben ser ni
demasiados fáciles ni muy complejos, ya que en el primer caso no vas a valorar
los resultados, y en el segundo, siempre te vas a frustrar. Por esa razón el
desafío te tiene que costar un poco al principio, pero luego todo tiene que ser
mucho más fluido. Es importante, además, que hagas algo que te gusta, ya que de
esta manera sentirás que el tiempo pasa más rápido y no pensarás en cosas
negativas. Cuando tus emociones negativas no afloran, tu nivel de felicidad
termina aumentando. En cambio, cuando no tenés proyectos definidos y tu mente
comienza a divagar, la falta de un rumbo concreto te genera infelicidad. En ese
momento comenzás a plantearte: "¿Para qué estoy en la tierra?",
"¿por qué la gente no me saluda?" o "¿cómo voy a hacer para
pagar mi deuda?".
En definitiva, la felicidad aparece cuando las emociones
negativas se reducen y aumentan las positivas, como el gozo, la esperanza o la
sensación de paz. Todos los días experimentamos circunstancias difíciles que
nos deprimen, nos agobian o nos quitan las ganas de seguir adelante. Para
revertir esta situación y lograr que desciendan las emociones negativas,
tenemos que mirar la vida de otra manera. A pesar de los problemas, tenés que
reírte un poco más y alimentar no solo tu esperanza, sino también tu alegría.
Como dije anteriormente, la felicidad no es algo que viene
de afuera o que depende del otro, sino que es algo que podés generar desde tu
interior. Para eso tenés que aprender a buscarla, y una de las maneras de
hacerlo es hablándote a vos misma. Al hacerlo sabrás cómo darte ánimo en esos
momentos en los que podés caer en una depresión. Por ejemplo, en mi caso
personal, cuando no me siento del todo bien me pregunto: "¿Por qué esto te
tiene que poner así? ¿Por qué lo ves tan mal? ¿Es tan grave esto que estás
pasando?". Así aprendí a hablarme y a alentarme con frases como: "Si
ya lo superé una vez, ¡lo voy a volver a superar!", "si el otro lo
pudo lograr, ¡yo también podré!" o "esto malo pasará y lo bueno
vendrá". Al dejar de repetir lo que me decían los demás y empezar a
hablarme a mí misma, comencé a sentirme más feliz y en paz.

En las próximas líneas voy a compartirte dos cosas que
descubrieron los científicos acerca de lo que hay que hacer para tener
felicidad.

1. Recordá momentos felices.

Tenés que tener presente en tu mente dos o tres momentos
felices que hayas vivido en tu vida. No importa si estos tuvieron lugar hace
varios años. Puede ser el recuerdo del nacimiento de un hijo, de tu graduación,
de tu casamiento o tal vez de tu niñez. Cada vez que estés pasando por una
situación difícil, traé a tu memoria dichos recuerdos, aunque no tengan
relación alguna con lo que estés pasando. Cuando el pueblo de Israel estaba
cruzando el Jordán, Dios les dijo: "Cuando pasen al otro lado levanten un
altar para que cuando sus hijos vuelvan a pasar por allí recuerden cómo los
ayudé". Tené esos recuerdos listos para usarlos especialmente en esos
momentos en que estás cansada y necesitás fuerzas para seguir adelante. Aunque
es probable que lo primero que venga a tu mente sean recuerdos malos, no
pierdas de vista el poder que poseen los buenos recuerdos que traen felicidad y
alegría. Recordá aquello que Dios ya hizo en tu vida, porque si Él te bendijo,
lo volverá a hacer. Tal como dice Su Palabra: "El bien y la misericordia
te seguirán todos los días de tu vida".

2. No te compares.

Hay gente que solo es feliz si tiene más de lo que posee el
otro. Una encuesta en la que se preguntaba a los encuestados qué sentirían si
ellos ganasen cien mil pesos y su compañero de trabajo doscientos mil, arrojó
como resultado que la mayoría prefiere no ganar esa suma de dinero con tal de
que el otro no gane el doble. Es lamentable el grado de rivalidad y comparación
entre personas que comparten el mismo ámbito de trabajo. Ciertamente, las
comparaciones y la envidia solo harán que termines perdiendo el foco. Por el
contrario, tenés que enfocarte en cómo has crecido y cómo has logrado los
objetivos que te propusiste. Recordá que la comparación siempre tiene que ser
con vos misma para que de este modo analices cómo estabas antes y cómo estás
actualmente. Así verás qué aspectos tenés que mejorar para seguir creciendo y
lograr sacar tu mayor potencial.
Es importante que cambies la envidia que sentís por los
demás para empezar a sentir admiración por aquellos que han logrado los
objetivos que se propusieron en sus vidas. Es saludable que desarrolles el
hábito de decir: "¡Qué bueno que lo logró!" o "me alegro que a
él le vaya bien", porque de esta manera dejarás de ser una persona
envidiosa. ¡Es hora de que dejes de compararte con los demás y los empieces a
admirar!
La Biblia narra la historia de dos mujeres: Lea y Raquel.
Lea quería que Jacob la amase. Como él no la amaba, ella empezó a tener hijos
para ver si así podía conquistar su amor. Por su parte, Raquel, quien era amada
por Jacob, no podía tener hijos, algo que realmente deseaba. Como podrás ver,
estas mujeres estaban obsesionadas por aquello que no tenían. Durante años esta
obsesión las llevó a sufrir mucho, hasta que en un momento Lea se dio cuenta de
que su virtud era justamente su capacidad de parir hijos. De hecho, su historia
no trascendió por el amor que le faltaba, sino por los hijos que tenía. Lea
comprendió esto cuando dio a luz a Judá y dijo: "Voy a alabar a Dios por
lo que tengo". Así llegó a ser conocida como la madre de Israel. ¡Empezá a
disfrutar de lo que tenés y dejá de preocuparte por aquello que no tenés! Al
igual que ella, recordá que en la vida vas a trascender cuando aprendas a
disfrutar de lo que tenés y dejes de enfocarte en eso que te falta. Del linaje
de Judá, hijo de Lea, nació Cristo. Valorá lo que hoy tenés porque de eso
nacerá lo mejor para tu vida. ¡Sé feliz y disfrutá de lo que poseés, porque con
eso vas a crecer y obtener una bendición mayor!
Cuando a las niñas les regalan algo estas suelen mirar lo
que le dan a sus amigas o a su hermana. En mi caso, recuerdo que cuando era
pequeña no me fijaba en las muñecas que le obsequiaban a mi hermana, pues lo
único que quería era que me regalaran tizas, un borrador o un pizarrón. Desde
chica me gustaba jugar a ser maestra y enseñarle a los demás, por lo que contar
con cualquiera de esos elementos era lo mejor que me podía pasar. Eso que tenía
y valoraba fue lo que luego desarrollé en mi vida y me hizo muy feliz. Quiero decirte
que cuando empieces a valorar lo que tenés comenzarás a ser feliz. ¡Eso que
poseés se va a multiplicar y te traerá la bendición que tanto estás esperando!

¡Declaro que vas a ser más feliz! Generalmente las mujeres
suelen recordar las cosas buenas con llanto, lo cual resulta contradictorio.
Por eso, es importante que te quites esa música de lamento y empieces a hablar
con alegría. Cuando Dios viene a tu vida es para traerte felicidad, así que
dale gloria al Señor, porque con Él sos más feliz. Amén.