. . . todo lo que es verdadero . . . honesto . . . justo . . . puro . . . amable . . . de buen nombre . . . en esto pensad. --Fil. 4:8
Sentado en mi auto junto al flanco de la acera, esperando que mi esposa terminara de comprar, me puse a mirar a la gente que pasaba por allí. Noté a un hombre en particular porque estaba profundamente concentrado en hablar consigo mismo. No sé lo que decía, pero era evidente que se trataba de una discusión seria. Me recordó a un hombre que, cuando le preguntaron por qué hablaba siempre consigo mismo, contestó: «Tengo dos razones: primero, me gusta oír hablar a un hombre inteligente. Segundo, me gusta hablar con un hombre inteligente.» Cuando la gente habla consigo misma, ¿de qué habla? Puede ser bueno o malo, porque nuestras palabras revelan lo que hay en nuestro corazón. El hombre rico de Lucas 12:16-21 hablaba jactanciosamente consigo mismo de sus riquezas, y Dios lo llamó necio. El pródigo de Lucas 15 hablaba consigo mismo de su pobreza, y regresó a casa de su padre. Cuando hablas contigo mismo, simplemente estás pensando en voz alta, revelando lo que hay en tu corazón. Se podría decir que somos lo que pensamos. Si nuestros pensamientos son malos, seremos malos. Si nuestros pensamientos son puros, nuestra vida será pura. Usando Filipenses 4:8 como guía, decidamos purificar nuestros pensamientos. Hablemos con nosotros mismos de cosas que son verdaderas, honestas, justas, puras, amables, de buen nombre y dignas de alabanza. --MRD .
(Tomado y adaptado de Nuestro Pan Diario, las citas bíblicas se transcriben de la Nueva Versión Internacional. Pastor Osvaldo Carnival.)
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